A seis meses de las elecciones presidenciales, Colombia se encuentra inmersa en una etapa crítica, caracterizada por el miedo, la desconfianza y el resurgimiento de la violencia política. El asesinato del aspirante a la presidencia, Miguel Uribe Turbay, la conspiración orquestada por el ex canciller Álvaro Leyva Durán para derrocar al presidente Gustavo Petro, y la crisis diplomática entre Estados Unidos y Colombia, son eventos que confirman este preocupante panorama.
Un Regreso al Pasado Violento
El país ha entrado en una dinámica preelectoral compleja. La transición del "gobierno del cambio" de Petro se enfrenta a un escenario de inestabilidad política, impulsado por la escalada de los grupos armados y el fracaso de la idea de la Paz Total. Colombia parece retroceder a un pasado reciente marcado por una guerra sin resolver.
Terrorismo como Instrumento Electoral
Colombia parece revivir los años 80, donde el asesinato y los ataques sicariales resurgen en la escena electoral. El atentado contra el precandidato presidencial Miguel Turbay Uribe el 17 de junio, que culminó con su muerte el 11 de agosto, ha generado una situación de inseguridad manifiesta para la democracia, a medida que se acercan las elecciones generales de 2026.
Alrededor de ocho precandidatos, incluyendo figuras de la oposición, han denunciado la falta de garantías de seguridad para llevar a cabo sus campañas en espacios públicos. El temor a aparecer en público sin las medidas de seguridad estatales mínimas ha generado un ambiente de desconfianza que dificulta el desarrollo de las actividades preelectorales.
El Futuro de Colombia en Juego
La incertidumbre y la violencia política amenazan con empañar el proceso electoral y socavar la confianza en las instituciones democráticas. El futuro de Colombia se encuentra en juego, y es crucial que se tomen medidas para garantizar la seguridad de los candidatos y la transparencia del proceso electoral.