La selección italiana de fútbol enfrentó un recibimiento glacial en Reggio Emilia antes de su partido contra Moldavia. A pesar de jugarse la clasificación para el Mundial 2026, el ambiente era de desilusión tras la derrota 3-0 contra Noruega en Oslo.
Poca Pasión en la Llegada
A la llegada del equipo a la estación Mediopadana, solo un puñado de aficionados se hizo presente, contrastando fuertemente con la expectativa de un impulso anímico previo al crucial encuentro. Pocos coros, casi ningún aplauso, y una distancia marcada entre los jugadores y los hinchas reflejaron el desánimo general.
Se esperaban más de 15.000 espectadores en el Mapei Stadium, pero la recepción en la estación pintó un panorama diferente. Los jugadores, cabizbajos, se subieron al autobús en silencio, como si la situación no diera lugar a palabras.
Spalletti se Despide
El ambiente tenso no solo afectó a los jugadores, sino también al técnico Luciano Spalletti, quien confirmó que este sería su último partido al frente de la selección italiana. Su destitución ya había sido anunciada en conferencia de prensa, añadiendo un componente melancólico al encuentro.
Un Respiro Fugaz
Un pequeño gesto de cercanía se observó a la llegada al Classic Hotel de San Maurizio, donde el capitán ‘Gigio’ Donnarumma se detuvo para firmar autógrafos y tomarse fotos con los presentes. Sin embargo, este momento no logró disipar la sensación de frialdad que rodeó la previa del partido.
La situación plantea interrogantes sobre el estado de ánimo del equipo y su capacidad para rendir al máximo en un partido tan importante. ¿Podrá Italia superar este ambiente adverso y asegurar su camino hacia el Mundial 2026?