La película “Harta” (Straw), protagonizada por Taraji P. Henson, nos presenta la historia de Janiyah, una madre soltera afroamericana que se enfrenta a una serie de injusticias hasta llegar a un punto de quiebre. Esta historia, aunque ambientada en otro contexto, resuena fuertemente en la realidad peruana, especialmente en el ámbito educativo.
La trama, que culmina con la toma de rehenes en un banco como un acto desesperado, refleja la frustración y el hartazgo que muchos jóvenes y familias en Perú experimentan ante la indiferencia y la falta de oportunidades. Esta película no es solo un thriller psicológico, sino un espejo que nos obliga a reflexionar sobre las condiciones de vida y las necesidades de nuestros estudiantes.
Jóvenes al límite: la realidad en los CEBA peruanos
En los Centros de Educación Básica Alternativa (CEBA) públicos, se observa a diario a jóvenes y adultos que, como Janiyah, luchan por mantener un equilibrio precario en sus vidas. Muchos trabajan, son padres o madres, y viven con escasos recursos. A pesar de las dificultades, estudian con una gran sed de superación, aunque a menudo se sienten solos e invisibles.
El riesgo del abandono escolar
La película nos recuerda que Janiyah no explotó por una sola injusticia, sino por la acumulación de indiferencias. De manera similar, los estudiantes peruanos enfrentan el riesgo del abandono escolar cuando el Estado no garantiza las condiciones mínimas para su desarrollo: alimentación, conectividad, materiales educativos, horarios flexibles, respeto institucional y apoyo psicológico. ¿Cuántos estudiantes están “hartos” y al borde del colapso en el Perú?
Ineficiencia estatal y oportunidades perdidas
Mientras tanto, el Estado peruano continúa financiando la ineficiencia. Como ejemplo, en el segundo trimestre de 2024, Petroperú reportó pérdidas millonarias, recursos que podrían haberse invertido en mejorar las condiciones de vida y la educación de miles de peruanos.
“Harta” nos invita a una conversación incómoda pero necesaria sobre la dignidad, la justicia y la responsabilidad del Estado en la educación y el bienestar de sus ciudadanos. Es un llamado a la acción para garantizar que ningún estudiante se sienta “harto” y al borde del colapso.