Una tormenta política se desató en el Reino Unido tras la dimisión de la viceprimera ministra Angela Rayner, envuelta en un escándalo fiscal. Rayner, figura clave del Partido Laborista, renunció a su cargo después de revelarse que no pagó la totalidad de los impuestos correspondientes a la compra de un apartamento en la localidad costera de Hove.
¿Qué pasó exactamente?
La controversia gira en torno al pago del impuesto de Actos Jurídicos Documentados (Stamp Duty) al adquirir una propiedad. Rayner pagó la tarifa correspondiente a una primera residencia, pero la legislación británica exige un monto mayor si se trata de una segunda vivienda. La diferencia, que asciende a 46.000 euros, desató la polémica.
Un informe del responsable de cuestiones éticas del Gobierno concluyó que Rayner no buscó asesoramiento fiscal adecuado al realizar la compra, lo que derivó en el impago. Aunque el informe reconoce su integridad y compromiso con el servicio público, la violación del código de conducta ministerial fue determinante para su renuncia.
Consecuencias políticas
La dimisión de Rayner supone un duro golpe para el primer ministro Keir Starmer, cuya popularidad ya se encontraba en niveles bajos. La ex viceprimera ministra era una figura importante dentro del ala izquierda del Partido Laborista y cercana a los sindicatos. Su salida obliga a Starmer a una reestructuración de su gobierno y a buscar un reemplazo que pueda mantener unida a la base del partido.
David Lammy, hasta ahora ministro de Exteriores, ha sido nombrado nuevo viceprimer ministro, asumiendo un rol clave en el gobierno. La crisis se produce en un momento delicado, con una creciente amenaza de la derecha populista liderada por Nigel Farage, quien aventaja a Starmer en las encuestas.
Rayner admitió su error por no buscar asesoramiento especializado y asumió la responsabilidad. Sin embargo, la controversia generó un debate sobre la importancia de la transparencia y el cumplimiento de las obligaciones fiscales por parte de los funcionarios públicos.
La crisis política en el Reino Unido continúa desarrollándose, con implicaciones significativas para el futuro del gobierno laborista y el panorama político nacional. La atención se centra ahora en cómo Starmer gestionará la situación y si podrá recuperar la confianza del electorado.