El emblemático Tren Real Británico, un símbolo de la monarquía durante casi dos siglos, dejará de funcionar en 2027. El anuncio fue realizado por el Palacio de Buckingham como parte de su informe financiero anual, revelando un plan estratégico para reducir gastos y modernizar la institución.
¿Adiós a la Tradición?
Según informes de la CNN, esta medida busca optimizar los recursos y adaptar la Casa Real a las exigencias de eficiencia y transparencia del siglo XXI. La decisión marca el fin de una era para la familia real británica, y se produce en un momento de creciente escrutinio público sobre el financiamiento de la monarquía.
Si bien el tren ha sido un medio de transporte predilecto para los monarcas durante décadas, el Rey Carlos III y otros miembros de la realeza han incrementado el uso de helicópteros como alternativa para sus desplazamientos oficiales, buscando opciones más económicas y rápidas.
Un Poco de Historia
La historia del Tren Real se remonta a 1842, cuando la Reina Victoria realizó el primer viaje oficial en un vagón especialmente diseñado para ella, desde Slough hasta la estación de Paddington en Londres. Desde entonces, el ferrocarril se convirtió en un emblema de la realeza y un medio de transporte exclusivo para los miembros más destacados de la familia real.
La versión actual del tren, compuesta por nueve vagones que incluyen dormitorios y una oficina, fue introducida en 1977 con motivo del Jubileo de Plata de la Reina Isabel II. A lo largo de las décadas, el tren ha sido utilizado para desplazamientos oficiales por todo el Reino Unido, ofreciendo privacidad y seguridad a los monarcas y sus acompañantes.
Sin embargo, el mantenimiento y operación del tren real implica costos significativos. El informe anual de cuentas de la Casa Real reveló que un viaje realizado por el Rey Carlos III a Staffordshire en febrero tuvo un costo de 44.822 libras esterlinas (aproximadamente 61.800 dólares).
¿Qué sigue para la Monarquía?
La decisión de discontinuar el servicio del Tren Real en 2027 marca un punto de inflexión en la historia de la monarquía británica. Queda por ver cómo se adaptarán los miembros de la realeza a esta nueva realidad y qué otras medidas tomarán para modernizar la institución y reducir costos.